Del texto al escenario – Lenguaje Tercero de Secundaria

Aprendizaje esperado: comprende la importancia de la entonación y dramatización para darle sentido al lenguaje escrito en obras dramáticas.

Énfasis: identificar aspectos que permiten pasar de la lectura a la representación.

¿Qué vamos a aprender?

Los materiales que necesitarás son tu cuaderno y lápiz o bolígrafo para tomar notas. También ten a la mano tu libro de texto.

Recuerda que todo lo que aprendas es para reforzar tu conocimiento, se te recomienda llevar un registro de las dudas, inquietudes o dificultades que surjan, pues muchas de éstas las podrás resolver al consultar tu libro de texto y revisar tus apuntes.

¿Has participado en alguna obra de teatro? ¿Cómo ha sido tu experiencia?

Tal vez te has preguntando: ¿por qué o para qué se representan obras en las escuelas?

¿Qué hacemos?

El teatro, como una forma de contar y representar, ha formado parte de la vida humana casi desde que existimos: ha servido para explicar el mundo, para tomar distancia de tus emociones y comprenderlas mejor, y hasta como entretenimiento.

En este sentido, el teatro, como una forma artística profundamente humana, está presente en la vida y, desde luego, está presente de manera importante en la vida escolar.

Seguramente, si has participado en una puesta en escena o alguna experiencia dramatúrgica de algún tipo, estarás de acuerdo en que se presta para adquirir toda suerte de enseñanzas y reflexiones: no sólo requiere que trabajes en equipo y que te pongas de acuerdo con tus compañeros para que todo salga bien, sino que exige un compromiso personal y un trabajo de lectura y análisis del texto y de los personajes que ayuda para enfrentarte al resto de los aprendizajes de la asignatura.

Por si fuera poco, se practica otro tipo de comunicación y se lleva a cabo una actividad divertida.

El teatro, por las características que posee:

-Ayuda a mejorar la concentración y confianza en sí mismo

-Contribuye a mejorar la comprensión lectora y la dicción

-Favorece la comunicación, así como la expresión verbal y corporal

-Es ideal para liberar emociones

-Fomenta la creatividad, la imaginación

-Promueve el trabajo colaborativo

-Es una actividad cultural y artística sumamente atractiva.

Cuando se habla de organizar una obra de teatro, es posible que lo primero que venga a tu mente sean elementos visuales, como el vestuario o el maquillaje, sin embargo, si has participado, en una puesta en escena, sabrás que antes de llegar al escenario se tiene que resolver una larga lista de cosas.

El teatro requiere arduo trabajo; sin embargo, si hay entusiasmo y la responsabilidad es compartida, se convierte en una experiencia sumamente gratificante y emocionante.

Como espectadores, lo único que notas es el resultado final, y generalmente cuando el trabajo está bien hecho no se nota todo el esfuerzo que hay detrás de cada actuación y cada escena, pero como participantes sabes que una obra de teatro comienza por un estudio cuidadoso del texto y una planeación de mucho tiempo.

En la escuela puedes realizar adaptaciones; el teatro es tan noble que las permite porque, el corazón del teatro está en el texto, en el lenguaje, y en todo lo que puede despertar y evocar en el espectador el observar los conflictos de los personajes y atestiguar cómo se van sucediendo los acontecimientos.

En ese sentido, los elementos imprescindibles del teatro son tres: el texto, actores y actrices, y el público o audiencia.

  • Actores y actrices tienen la misión de transmitir la historia al público a través de sus palabras, acciones, gestos y dando vida a los diferentes personajes. La entonación de su voz y su dramatización son fundamentales para que la audiencia perciba su papel.

  • El texto plantea y explica la historia; incluye escenas, diálogos, monólogos. En el teatro se denomina guion.

  • El público o audiencia es quien aprecia la obra.

Si en la escuela, alumnos y profesores desean vivir la experiencia del teatro, pero sin realizar grandes inversiones de tiempo y recursos económicos, la lectura dramatizada es una opción bastante noble que puede realizarse.

La lectura dramatizada es una modalidad de la lectura oral en la que una o varias personas leen los parlamentos y los diálogos de la obra. Desde luego, se trata de una lectura que se llama “con intención”, es decir, que en ella se enfatizan las emociones y la intensidad de las palabras; en algunos casos, también se acompaña la cadencia de la historia con el lenguaje corporal.

La lectura dramatizada no requiere la memorización de los textos, porque se da por hecho que los actores tienen frente a sí el libreto o guion de la obra. Por eso a este tipo de montaje se le llama también “teatro en atril”.

¿Has tenido la oportunidad de escuchar audiolibros? Es la voz, acompañada de algunos sonidos que hacen el efecto de diversos objetos o situaciones, que narra y te la hace vivir.

Si aún no has experimentado la escucha de un audiolibro, existen muchos repositorios públicos de universidades e instituciones académicas que contienen lecturas de autores como Elena Garro, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar o Gabriel García Márquez.

Puedes enriquecer la lectura dramatizada con un poco de música de fondo, algunos sonidos sencillos.

Si has escuchado radionovelas, seguramente te has dado cuenta de los efectos especiales, pues se escuchaba el chirriar de una puerta, pasos que se alejaban, el cabalgar de un caballo, los truenos de la tormenta.

En la radionovela, como en la lectura dramatizada, hay muchos elementos que se dejan a la imaginación del público, por ello, la lectura dramatizada no requiere de vestuario o escenografía, o de un escenario complicado; la lectura puede hacerse sentado ante una mesa o de pie.

Y, sin embargo, ofrece varios de los beneficios del teatro, como la práctica de la habilidad lingüística, la espontaneidad, dicción, entonación y la seguridad frente al público, ya que se lee para él.

Pero, ¿qué se requiere para trasladar las ideas del lenguaje escrito al escenario?

En la escuela, ¿cómo iniciar el camino?

El primer paso es la selección de la obra; es importante tener en cuenta, la edad de los alumnos, el contenido o mensaje, que sea interesante para el público, la extensión, acorde con el tiempo de que se dispone para la lectura dramatizada.

También el número de lectores que van a participar. Ten en cuenta que puedes hacer adaptaciones; por ejemplo: si hay un diálogo muy extenso, puedes leerlo entre dos o tres estudiantes, que interpreten que al mismo personaje. Si los participantes son pocos y los diálogos muchos, un lector puede leer diálogos de personajes diferentes.

Es recomendable, que quienes participan se familiaricen con la obra, el género al que pertenece y la época en la que fue escrita, para darle el énfasis y el sentido correctos.

De la misma manera el lector debe estar familiarizado con el personaje que interpretará y con el resto de los personajes, es decir, conocer las características físicas y psicológicas, así como todos aquellos datos que ofrezcan una visión clara de su personalidad.

La calidad de la lectura dramatizada depende en gran medida del dominio de la voz; por ello, es imprescindible una dicción clara y precisa, y una entonación cargada de naturalidad expresiva; asimismo es importante la modulación de la voz, la velocidad adecuada, las pausas.

El volumen se debe ir ajustando a la emoción del texto, evitando la monotonía. La voz es muy importante para facilitar al oyente la comprensión del texto. No está por demás resaltar la importancia de la pronunciación correcta de las palabras.

Pero lo primordial, siempre, es recordar que la base de cualquier puesta en escena es el texto: si éste no se comprende bien, la obra no logrará su cometido de conmover al lector. Por ello es fundamental que todos los actores y actrices estudien bien sus diálogos y comprendan por qué su personaje se expresa de tal o cual manera, si ellos lo entienden bien, seguro que el público también lo hará.

Toma un texto de una obra de teatro y observa qué lo conforma.

Te asomarás a su interior y además de los diálogos y monólogos te encuentras con:

Acotaciones – Que son indicaciones o notas colocadas entre paréntesis, cuya función es describir los movimientos y gestos de los personajes; por ejemplo:

  • Mujer, ¿qué quieres?

  • Quiero justicia, señor (arrojándose a los pies del juez).

Existen ocasiones en las que las acotaciones impresas no son suficientes para describir lo que el actor/lector puede realizar para dar vida a su personaje; es válido hacer anotaciones propias. Un guion puede estar subrayado y con múltiples anotaciones.

Apartes – Son parlamentos que los personajes dicen como hablando para sí mismos o dirigiéndose al público. La convención dicta que el resto de los personajes en escena no oyen esas palabras. Los apartes sirven para revelar al público los pensamientos de los personajes y, a menudo, se usan para resaltar contradicciones entre lo que los personajes dicen y hacen, y lo que realmente piensan:

ARGÁN- Mi mujer deseaba que os hiciese religiosa.

TOÑITA – (APARTE) ¡La muy víbora tiene sus razones!

Voz en off – Es una voz de fondo que ofrece información extra; no siempre está presente. Pertenece a una persona que el público no puede ver.

Sonidos – Hacen atractiva la lectura: un fondo musical, percusiones sobre la mesa, chasquidos de dedos, de labios, canto a boca cerrada, bisbiseos, silbidos, tarareos, etcétera.

Observa los siguientes ejemplos, son algunos fragmentos de lectura dramatizada.

El siguiente fragmento es Farsa y justicia del señor Corregidor del español Alejandro Casona, de la tradición popular del siglo XVI, donde se narra la forma de impartir justicia por parte del Corregidor, quien para proteger a su amigo —del que obtenía beneficios—, enreda a los acusadores convirtiéndolos en acusados.

Antes de leer el fragmento se te pone en situación de lo que ha pasado en la obra: piensa en un pueblo español del siglo XVI, con las calles empedradas y las paredes blanqueadas con cal.

En medio de todo eso, se escucha un alboroto: el cazador, el sastre, el peregrino y el leñador, todos gritan y persiguen a un personaje que se revela como Juan Blas, el posadero. Y todos llegan, persiguiendo a Juan, hasta la puerta del corregidor. Lee lo qué pasa después.

TODOS—¡Justicia, señor corregidor!

POSADERO- ¡Ahí están! ¡Muerto soy si la vara de la justicia no me ampara!

CORREGIDOR—Pronto, secretario, detenga a esos hombres. Y que no entre nadie hasta que yo lo ordene.

Tranquilízate, hijo mío. ¿Por qué te persiguen?

POSADERO—Por cuatro cosas en que no tengo culpa: un robo, un mal parto, cuatro costillas rotas y un rabo de burro.

CORREGIDOR—Nunca escuché juntos tan extraños delitos. Explícate.

POSADERO—Lo del robo, mejor lo sabe su señoría que yo. Es aquel lechón de jabalí que me hizo traerle esta mañana. Imagínese cómo se puso el cazador cuando volvió a buscarlo y no lo encontró.

CORREGIDOR—Era de esperar. Pero ¿no le dijiste que el lechón se había escapado del horno, como te mandé?

POSADERO—¡Nunca tal hubiera dicho! ¡Echó mano a la escopeta jurando como un demonio, y si no pongo pies en polvorosa a estas horas está su señoría hablando con un cadáver!

El origen del problema es que el posadero se robó un lechón para el corregidor y le dijo al cazador que el lechón “se había escapado del horno” y había salido corriendo. Pero ése fue sólo el origen de los percances. Sigue leyendo.

CORREGIDOR—Comprendo lo del cazador. Pero ¿y los otros?

POSADERO—Todo lo enredó mi mala estrella. Huyendo del cazador le rompí cuatro costillas a un peregrino; huyendo del peregrino atropellé a la mujer del sastre, que estaba embarazada; y huyendo del sastre ocurrió la desgracia más sangrienta. La del burro.

CORREGIDOR—¿Qué desgracia y qué burro son esos?

POSADERO—El burro del leñador. Era mi única salvación para escapar, pero el maldito animal se echó al suelo; yo quise levantarlo a la fuerza tirándole del rabo, y él que no, yo que sí, tanto tiramos los dos que me quedé de cuajo con el rabo entre las manos. Y ahí están los cuatro como cuatro furias pidiendo a gritos mi cabeza. ¡Defiéndame señor!

CORREGIDOR—Calma, Juan Blas, calma. Difícil es tu caso, pero soy hombre agradecido ¡y mal potaje de nabos me dé Dios si no te salvo! Que más le valiera a la república perder sus monumentos y su historia que perder un cocinero como tú.

POSADERO– ¡Gracias, señor, gracias!

CORREGIDOR— (toca una campanilla) ¡Que pasen los querellantes!

El lechón del cazador, las costillas del peregrino, la mujer del sastre, y el burro sin cola. Claro que una vez que escuchas que el Corregidor va a defender al posadero porque lo considera un gran cocinero, supones en qué va a terminar la “impartición de justicia”.

Ahora lee el siguiente fragmento donde está Brígida y doña Inés, de la obra Don Juan Tenorio, del español José Zorrilla.

Esa obra la ponen cada noviembre para conmemorar el Día de Muertos. Ya es una tradición en México.

Doña Inés, es la novicia a la que pretende conquistar don Juan. Y Brígida, quien ha logrado astutamente que doña Inés, una novicia recluida en un convento, se enamore de don Juan mediante todo tipo de argucias. En esta escena, logra que la joven lea una carta de su enamorado.

Identifica los diálogos, los apartes, la entonación y dramatización.

BRÍGIDA- ¡Una carta!

INÉS- ¡Ay Jesús!

BRÍGIDA- ¿Qué os da?

INÉS- Nada, Brígida, no es nada.

BRÍGIDA- Pero si estáis inmutada (ya

presa en la red está)

¿Qué es lo que posa por vos?

INÉS: No sé… en el campo de mi mente

siento que cruzan pedidas

mil sombras desconocidas

que me inquietan vagamente.

BRÍGIDA: Válgame Dios, doña Inés,

según lo vais explicando,

tentaciones me van dando

de creer que eso, amor es.

INÉS – ¿Amor has dicho?

BRÍGIDA- Sí, amor.

INÉS – No, de ninguna manera.

BRÍGIDA- Pues por amor lo entendiera

el menos entendedor.

Lo evidente que es para todos, menos para doña Inés, que Brígida está decidida a que se enamore de don Juan. Y esto se logra con las intenciones de la actriz que interpreta a Brígida y con sus apartes con el público.

Continúa con la carta.

BRÍGIDA

Mas vamos la carta a ver.

INÉS – “Doña Inés del alma mía…”

Virgen Santa, qué principio.

BRÍGIDA– ¡Qué humildad y qué finura!

INÉS – Brígida, no sé qué siento

BRÍGIDA- Seguid, seguid la lectura.

INÉS– “Inés, alma de mi alma,

perpetuo imán de mi vida,

perla sin concha escondida

entre las algas del mar

si es que a través de esos muros

el mundo apenada miras

y por el mundo suspiras

de libertad con afán,

acuérdate que al pie mismo

de esos muros que te guardan para salvarte te aguardan

los brazos de tu don Juan.

¿Qué es lo que me pasa, ¡Cielo! que me estoy viendo morir?

BRÍGIDA– (al público)-Ya tragó todo el anzuelo

(sonrientes, se quitan el velo)

Éste es sólo el principio de la obra: si quieres saber qué sucede con la inocente Inés, la interesada Brígida y el seductor don Juan, se te recomienda buscar en cualquier repositorio digital o biblioteca de tu escuela el texto de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla.

Realiza una recopilación de lo que has aprendido, ten a la mano tu bolígrafo para anotar algo que te haya quedado pendiente.

Se mencionó la importancia de participar en obras de teatro, por los múltiples beneficios que aporta, pues ayuda a la comprensión lectora, así como a mejorar la dicción, la expresión verbal y la corporal.

Se vale de infinidad de recursos y elementos para ser grato al público: música, baile, escenografía, vestuario, maquillaje; singular importancia tiene el guion, y las actrices y actores.

Cuando en la escuela no se dispone de tiempo y recursos para organizar, ensayar y realizar una puesta en escena con todos sus elementos, se acude a la lectura dramatizada, que rescata la magia del teatro en la fuerza narrativa.

Así, el guion, los lectores y la voz son los elementos que permiten lograr un cúmulo de emociones en el espectador.

Para poder dar sentido al lenguaje escrito de una obra teatral, se requiere fundamentalmente del volumen, entonación y modulación de la voz; asimismo, es importante la expresión corporal.

El reto de hoy:

Busca en casa o en las fuentes que tengas a tu alcance, una obra de teatro breve. Existen adaptaciones excelentes de cuentos, leyendas, mitos, donde en forma de diálogos se narra la historia.

Revisa cuántos personajes tiene, distribúyelos entre los integrantes de tu familia.

Ensaye cada quien su lectura, y destinen un momento para la realización de la lectura dramatizada.

Cuando lean, atiendan la dramatización, entonación y modulación de la voz.

Finalmente, escribe en tu cuaderno la experiencia y aprendizaje de cada uno de los participantes.

¡Buen trabajo!

Gracias por tu esfuerzo.

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