Desafíos políticos – Historia Tercero de Secundaria

Aprendizaje esperado: reconoce los retos que enfrenta México en los ámbitos político, económico, social y cultural, y participa en acciones para contribuir a

Énfasis: reflexionar sobre el impacto de la transición democrática y la necesidad de promover la participación ciudadana.

Clases de tercero de secundaria Lunes 18 de julio 2022

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¿Qué vamos a aprender?

Es importante que participes en las actividades planteadas a lo largo de la sesión; también ten a la mano tu libro de texto, cuaderno u hojas blancas y de colores, pegamento, lápiz o bolígrafo y colores para registrar las ideas principales, así como dudas y reflexiones, para que posteriormente puedas compartir los avances con tu familia.

¿Qué hacemos?

Relacionado con el tema de hoy, en la sección “Leer para conocer”, leerán un fragmento del discurso de toma de posesión de Vicente Fox Quesada como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, pronunciado el primero de diciembre del año 2000.

Las mexicanas y los mexicanos demostramos en las pasadas elecciones nuestra voluntad y decisión de fincar, sobre bases democráticas, los nuevos cimientos de la nación en el siglo XXI.

Este cambio democrático que entró en su fase decisiva el 2 de julio es resultado de un largo afán colectivo. Se gestó durante varias décadas con el sacrificio y la entrega de muchos y muchas mexicanas excepcionales, que lucharon en distintas trincheras para hacer posible lo que ahora vivimos.

Evoco con devota emoción a don Francisco I. Madero. Su sacrificio en pos de la democracia no fue en vano. Hoy, al cierre de una etapa histórica marcada por el autoritarismo, su figura se levanta de nuevo como un hito que marca el rumbo que nunca debió abandonarse.

Rindo homenaje a los hombres y mujeres que fundaron organizaciones y partidos políticos, a los que, por encima del triunfo personal, creyeron y enseñaron a creer en el triunfo de un México democrático; a quienes hicieron de cada esquina una tribuna, hasta obtener este triunfo para la democracia.

Pienso en José Vasconcelos, en Manuel Gómez Morín, en Vicente Lombardo Toledano, en Valentín Campa, en José Revueltas, en Manuel Clouthier, en Salvador Nava, en Luis Donaldo Colosio, en Heberto Castillo y en Carlos Castillo Peraza, entre otros muchos hombres y mujeres de este país.

En esta nueva época de ejercicio democrático, el presidente propone y el Congreso dispone. Esa es la nueva realidad del poder en México.

El presidencialismo tradicional impuso por muchos años su monólogo. Ahora más que nunca, gobernar es dialogar; la fuerza de la nación no puede venir ya de un solo punto de vista, de un solo partido o de una sola filosofía.

El origen de muchos de nuestros males se encuentra en una concentración excesiva de poder. La reforma del Estado deberá garantizar el fortalecimiento de un ejercicio del poder cada vez más equilibrado y democrático.

La alternancia no va a cerrar por sí sola el proceso de transición. Invito a todos cuantos tienen competencia para conducir la reforma del Estado, a que juntos propongamos al país las iniciativas necesarias para un cambio sustantivo de régimen político. Procedamos con sensatez y valentía a demoler todo vestigio de autoritarismo y a edificar una genuina democracia.

No basta votar y luego abandonar la participación política. La responsabilidad no excluye a nadie, al contrario, el cambio verdadero, profundo y radical vendrá de todos o no vendrá.

Hagamos a un lado el pesimismo y la apatía, seamos optimistas sin dejar de tener los pies sobre la tierra. Con realismo y alegría construyamos el porvenir, día a día convirtamos nuestro presente, el nuestro, el de nuestras familias, en un mejor futuro para todos y para todas.”

¿A cuáles de los personajes que has estudiado a lo largo de estas sesiones evocó Fox en su discurso? ¿Por qué crees que así lo hizo? ¿Qué dice sobre la importancia de la participación ciudadana?

La transición a la democracia es una expresión que refiere al paso de un sistema político unipartidista, corporativo y autoritario a uno pluripartidista, competitivo e institucional. Se considera la reforma electoral de 1977 como el acontecimiento que “corona” un largo proceso de reclamos, reivindicaciones y movilizaciones en favor del reconocimiento de la diversidad de las fuerzas políticas, la auténtica competencia electoral y la separación entre los órganos electorales y el gobierno.

Esta transición ha sido un largo proceso hasta que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) comenzara a reconocer los triunfos electorales de las diversas fuerzas políticas en los años ochenta y noventa; fue hasta la elección federal del año 2000 cuando por primera vez reconoció la pérdida de la presidencia de la República, consolidándose así una cultura de la alternancia electoral, la cual no ha estado libre de tensiones, amenazas, retrocesos o conflictos.

Antes de conocer la trayectoria histórica en donde se fue fraguando esta transición en el sistema político mexicano, conviene identificar algunas causas que posibilitaron su implementación en el país.

Observa y escucha la primera parte de la entrevista a José Woldenberg, politólogo y exconsejero presidente del Instituto Federal Electoral. Obsérvalo del minuto 02:32 a 05:01.

  1. La transición democrática en México

El periodo que va de 1940 a 1970 estuvo caracterizado por un contradictorio pero ascendente desarrollo económico; el consenso y la legitimidad de la que gozaba el régimen priista tuvo que ser compartido con la multiplicación de la disidencia u oposición, con el reclamo y hasta el desafío político, como el encabezado en un primer momento por el general Henríquez Guzmán y posteriormente por el movimiento ferrocarrilero de 1958-1959, liderado por Demetrio Vallejo y Valentín Campa; esto, sin contar con el gran número de movilizaciones sociales, como el movimiento magisterial, el de las y los médicos, y los estudiantiles, que derivaron en persecuciones a disidentes políticos y gremiales a lo largo y ancho del país; principalmente en las zonas rurales.

Fue en la década los sesenta cuando la hegemonía priista comenzó a desgastarse con tal fuerza que se desencadenaría una larga crisis de legitimidad política que año tras año se fue acrecentando, hasta que el aparato gubernamental perdió formalmente la elección presidencial en el año 2000.

Y es precisamente al inicio de la década de los sesenta, justo en el contexto de la represión al movimiento ferrocarrilero, cuando emerge del nacionalismo revolucionario a través del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), un movimiento que aglutinaría a las principales figuras de la izquierda mexicana, el cual buscaría apoyar la Revolución cubana, la soberanía mexicana, la democratización sindical y el desarrollo económico, así como la solidaridad, la democracia y la paz.

Su programa se sustentó en reafirmar los principios de la Revolución mexicana y, desde luego, la Constitución de 1917.

El movimiento agrupó desde luchadores sociales como Heriberto Jara y Adelina Zendejas; líderes populares como Rubén Jaramillo; políticos como Ignacio García Téllez; artistas como José Chávez Morado; intelectuales como Carlos Fuentes, Pablo González Casanova y Elí de Gortari; técnicos como Heberto Castillo; además de Cuauhtémoc Cárdenas, y su padre, el expresidente Lázaro Cárdenas, como una de las figuras más representativas del movimiento.

Sin embargo, En 1964, el MLN se desintegró. De acuerdo con la periodista Laura Castellanos, la razón fue que: “El Movimiento de Liberación Nacional impulsado por Cárdenas decidió que no lanzaría a ningún candidato argumentando su carácter civil y la falta de condiciones para una verdadera lucha electoral, lo que provocó serias rupturas en su interior”, particularmente entre el general Cárdenas y Vicente Lombardo Toledano.

En el contexto de la convulsión política y del desgaste de la legitimidad del partido hegemónico, el presidente José López Portillo emprendió el encauzamiento del malestar político hacia el horizonte de la competencia electoral.

Se trataba, además, de que la participación política y ciudadana en los procesos electorales dotara de una legitimidad que el régimen había estado perdiendo dramáticamente desde finales de los años sesenta.

No obstante, es importante destacar que esta “apertura” no sólo fue fruto de las decisiones del régimen, sino que también fue una conquista democrática de numerosos sectores de la ciudadanía y sus respectivas disidencias, liderazgos, organizaciones populares, movimientos gremiales, organizaciones civiles y religiosas y hasta organizaciones guerrilleras clandestinas que desde mediados de los años sesenta estuvieron planteando, con sus respectivas diferencias, la desaparición del centralismo, el autoritarismo, el corporativismo, el verticalismo político, así como también el abatimiento de la pobreza, la desigualad y la dependencia respecto al país vecino del norte, configurando, de este modo, el génesis de una nueva cultura política mexicana.

Fue así como a finales de 1977 se aprobó la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, la cual consistió en la entrega de registro a fuerzas políticas que permanecían en la clandestinidad, la posibilidad de establecer coaliciones políticas, el acceso a tiempos oficiales en radio y televisión, y la aparición de la representación proporcional, la cual se tradujo en la repartición de cien escaños entre los partidos según el porcentaje nacional de sufragios que obtuvieran, independientemente de si se hubieran ganado o no los distritos electorales.

En consecuencia, algunos partidos políticos de izquierda obtuvieron su registro, tales como el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el histórico Partido Comunista Mexicano (PCM). A la postre, esta diversidad partidaria derivaría en la fundación en 1981 del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y, posteriormente, en 1987, en el Partido Mexicano Socialista (PMS); partido que acompañó la candidatura a la presidencia de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988 y posteriormente cedió su registro para la fundación de uno de los partidos políticos de izquierda de la historia reciente de México: el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Fue así como emergió un proceso inédito en la historia política en México, ya que es en el escenario regional y local, sobre todo en el sur del país, en donde la oposición política de izquierda comenzó a obtener resultados favorables; mientras que para 1983 el régimen reconoce los triunfos del Partido Acción Nacional en Guanajuato, Chihuahua, San Luis Potosí y Durango. Es además en este contexto en donde inicia una época en donde el PRI dejará de tener la garantía de triunfo electoral y es también cuando se presenta un periodo en el que fueron constantes las denuncias de fraudes electorales a nivel municipal y estatal, por ejemplo, el proceso electoral de Chihuahua en 1986.

Desde finales de los años setenta se ha venido configurando en nuestro país una institucionalidad y una cultura electoral que ha posibilitado a las diversas fuerzas políticas participar de forma legal y pacífica en la búsqueda de cargos de elección popular.

La transición a la democracia ha mostrado cómo el sistema político mexicano abandonó un sistema político que estaba constituido por un régimen unipartidista, caracterizado por un sistema presidencialista y por una cultura política en donde no existía la competencia electoral entre las distintas fuerzas políticas.

Por lo tanto, en el presente existe el clima político perfecto para que nuestro país cumpla con los tres requisitos adscritos a todo significado de democracia:

1) La consolidación de un régimen político en donde sea una norma la deliberación, la representación política, la solución pacífica de los conflictos, el respeto del Estado de derecho y el respeto de las instituciones encargadas en darle validez a dicho marco jurídico.

2) La consolidación de un régimen político en el que la participación del pueblo no sólo se dé a través de los calendarios electorales, sino también a través de diversos mecanismos de deliberación colectiva, como los referéndums, las consultas y las movilizaciones ciudadanas.

3) La consolidación de un modelo económico en el que la ciudadanía sea fundamento de toda actividad productiva, de todo comercio y de la distribución equitativa de la riqueza.

En ese sentido, escucha la segunda parte de la entrevista a José Woldenberg del minuto 09:50 a 13:28 sobre la necesidad de promover la participación ciudadana en la actualidad.

  1. La transición democrática en México

El reto de hoy:

Entrevista a tus familiares sobre cómo eran las elecciones antes del año 2000 y cómo las viven en la actualidad. ¿Qué ha cambiado?, ¿qué permanece? Anota tus conclusiones en tu cuaderno.

Finalmente reflexiona y responde:

¿Cuál es la importancia de la alternancia política para la consolidación de un país democrático? ¿Cuál es la importancia de la participación ciudadana para consolidar un sistema democrático?

Para resolver este reto, puedes apoyarte en tus libros de texto, así como en otras fuentes de información.

¡Buen trabajo!

Gracias por tu esfuerzo.

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