Aprendizaje esperado: conoce el papel de los frailes en la recuperación de la memoria indígena.
Énfasis: conocer la importancia histórica de la obra de fray Bernardino de Sahagún.
Clases de segundo de secundaria Lunes 9 de mayo 2022
- Artes: Transito mi espacio
- Física: ¿Qué es un observatorio astronómico?
- Historia: La memoria indígena
- Lenguaje: Resúmenes conectados
- Matemáticas: Las gráficas de línea
Todas las clases de segundo de secundaria del periodo 2021 – 2022
¿Qué vamos a aprender?
En esta sesión, estudiarás las motivaciones de quienes escribieron sobre el pasado prehispánico en el siglo XVI y cómo fue gracias a su importante labor que actualmente se puede conocer más acerca de las sociedades mesoamericanas. En especial, profundizarás en la obra escrita por Fray Bernardino de Sahagún.
¿Qué hacemos?
Lee el siguiente fragmento de la obra escrita por el propio fray Bernardino de Sahagún, titulada “Historia general de las cosas de Nueva España”.
Historia general de las cosas de Nueva España
El médico no puede acertadamente aplicar las medicinas al enfermo, sin que primero conozca que humor o de que causa procede la enfermedad; de manera que el buen médico conviene sea docto en el conocimiento de las medicinas, y en el de las enfermedades, para aplicar conveniblemente a cada enfermedad la medicina contraria: puesto que los predicadores y confesores, médicos son de las almas para curar las enfermedades espirituales, conviene que tengan experiencia de las medicinas y de las enfermedades espirituales: el predicador, de los vicios de la república, para enderezar contra ellos su doctrina, y el confesor, para saber preguntar lo que conviene, y saber entender lo que dijeren tocante a su oficio: conviene mucho sepan lo necesario para ejercitar sus oficios: ni conviene se descuiden los ministros de esta conversión, con decir que entre esta gente no hay más pecado de borracheras, hurto y carnalidad; pues otros muchos pecados hay entre ellos muy más graves y que tienen gran necesidad de remedio. Los pecados de la idolatría y ritos idolátricos, y supersticiones idolátricas y agüeros y abusiones y ceremonias idolátricas, no son aún perdidas del todo.
Para predicar contra estas cosas, y aun para saber si las hay, es menester saber cómo las usaban en tiempo de su idolatría, que por falta de no saber esto, en nuestra presencia hacen muchas cosas idolátricas sin que lo entendamos, y dicen algunos escusándolos, que son boberías o niñerías, por ignorar la raíz de donde salen, (que es mera idolatría y los confesores ni se las preguntan, ni piensan que hay tal cosa, ni sabe el lenguaje para preguntárselos, ni aun los entenderán aunque se lo digan).
Yo Fray Bernardino de Sahagún, fraile profeso del orden de Nuestro Santo Padre San Francisco de la observancia, natural de la villa de Sahagún en Campos, por mandado del muy reverendo Padre Fray Francisco Toral, provincial de esta provincia del santo Evangelio, y después obispo de Campeche y Yucatán, escribí doce libros de las cosas divinas, o por mejor decir idolátricas y humanas y naturales de esta Nueva España […]
De lo que fueron los tiempos pasados, vemos por experiencia ahora que son hábiles para todas las artes mecánicas y las ejercitan: son también hábiles para aprender todas las artes liberales y la santa teología […] pues no son menos hábiles para nuestro cristianismo, si de él debidamente fueran cultivados.
Bernardino de Sahagún
Historia general de las cosas de Nueva España
Una parte importante de esta evangelización implicó la destrucción de los templos, esculturas, códices, ritos y el combate generalizado a las creencias de los pueblos mesoamericanos, las cuales fueron catalogadas como obras del demonio, con lo que se justificaba su erradicación.
Sin embargo, para mediados del siglo XVI todavía sobrevivían muchos elementos de las religiones y costumbres prehispánicas, la mayoría de las veces esto sucedió gracias al desconocimiento que tenían los europeos.
Frente a esta situación, pronto comenzaron a aparecer propuestas que sostenían la importancia de conocer el pasado indígena a profundidad, para con ello poder realizar una mejor evangelización y también poder gobernar de mejor manera a los indígenas. Fue por esto por lo que a lo largo del siglo XVI algunos religiosos se dieron a la tarea de escribir libros sobre la cultura y tradiciones de los indígenas en los tiempos anteriores a la Conquista, siendo el más famoso de ellos fray Bernardino de Sahagún.
Sobre estos esfuerzos versará la sesión, en la cual se buscará responder a las siguientes preguntas:
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¿Cuál fue el papel de los religiosos cristianos en la conservación de la memoria indígena?
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¿Cuál es el valor de la obra de fray Bernardino de Sahagún?
Comienza por la obra más importante de este periodo y de la cual leíste el prólogo al principio de la sesión. La Historia general de las cosas de Nueva España, escrita por Bernardino de Sahagún.
La historia comienza en el año de 1499, año en el que nació en España, Bernardino. Se sabe que acudió a la Universidad de Salamanca, formándose en un ambiente humanista y fue en esas tierras donde se convirtió en fraile.
En el año de 1529 emprendió el viaje a la Nueva España con la misión de participar en la evangelización. Este viaje lo marcaría mucho, puesto que en el mismo barco iban unos nobles nahuas que regresaban de una breve estancia en España. Es posible imaginar a un joven fray Bernardino de Sahagún aprendiendo sus primeras palabras nahuas en el barco con aquellos nobles.
Ya en la Nueva España, comenzó su labor evangelizadora, para lo cual comenzó a aprender náhuatl, lengua que llegaría a conocer muy bien. En el año de 1536 se unió como maestro al colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, una especie de primera universidad donde los indígenas podían aprender latín, castellano y las artes liberales. Estos alumnos indígenas serían fundamentales para su obra posterior.
En el año de 1558, Sahagún recibió la encomienda de parte de su superior, de investigar y escribir sobre las antigüedades mexicanas, con el objetivo de ayudar a los frailes en su misión de evangelizar a los indígenas. Todo empezó en el convento de Tepeapulco, en el actual estado de Hidalgo, en donde reunió entre 10 y 12 ancianos de la localidad que habían sido elegidos por su comunidad y que eran acreditados como gente conocedora de todo lo relacionado con la cultura indígena anterior a la conquista. Junto a ellos Sahagún también consiguió el invaluable apoyo de cuatro indígenas, exalumnos suyos, del colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, quienes gracias a sus conocimientos de latín, español y náhuatl podrían servir como traductores del pensamiento indígena.
Para conocer el lugar donde la obra escrita de Sahagún comenzó, observa el siguiente video.
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Exconvento Tepeapulco. Huellas de la evangelización.
Después de su estancia en Tepeapulco, Bernardino continuó con sus investigaciones en Tlatelolco y posteriormente en la Ciudad de México, siempre entrevistando a gente nahua sobre diversos temas de la vida del México central antes de la llegada de los españoles. Gracias a todas sus investigaciones, las cuales duraron varios años, fray Bernardino de Sahagún fue escribiendo varias versiones hasta que entre los años de 1575 y 1577, terminó la versión más completa de todas, el conocido como Códice Florentino.
Un elemento fundamental durante la elaboración de esta obra fue la labor de algunos indígenas quienes fungieron como traductores durante las entrevistas, como pintores de miniaturas e incluso como coautores, tal es el caso de Antonio Valenciano, Martín Jacobita, Andrés Leonardo, Alonso Vegerano y Pedro de San Buenaventura, quienes colaboraron en la escritura de la obra.
Este importantísimo texto está compuesto por un total de 12 libros en los cuales se abarca una gran cantidad de temas de la cultura nahua prehispánica. Los temas van desde los calendarios o las deidades, a las costumbres o la historia de la conquista narrada por los mismos indígenas. Cada uno de los libros está escrito en dos columnas. A la derecha de cada página se encuentra el texto escrito en náhuatl y a la izquierda el texto en castellano, además de una gran y valiosísima cantidad de ilustraciones que sirven para acompañar los textos.
El códice ya finalizado fue enviado en 1579 a España, por petición expresa del rey Felipe II, quien una vez que lo recibió, lo dio como regalo a la familia Medici de Florencia, razón por la cual actualmente se encuentra en dicha ciudad.
Un elemento que ha sido muy destacado de la labor de Sahagún y sus ayudantes es la metodología que utilizaron para realizar su texto. Las entrevistas y cuestionarios que realizaron a los sabios nahuas sobre su antigua cultura, así como la revisión de los códices antiguos que sobrevivían para ese momento, le permitieron recuperar una gran cantidad de información, sin duda muy valiosa, y han llevado a algunos estudiosos a considerarlo uno de los primeros etnógrafos, es decir, quienes estudian las prácticas culturales de una comunidad.
Sin embargo, fray Bernardino de Sahagún no fue el primero ni el único en intentar conocer sobre el pasado y las costumbres de las poblaciones indígenas. De hecho, en una fecha tan temprana como 1525, se sabe que desde la Corona española le habían solicitado al licenciado Luis de Ponce que describiese las provincias y tierras de la Nueva España, así como las costumbres de los que ahí habitaban para poder gobernarlos mejor.
Esa misma orden se les había dado a los miembros de la primera audiencia, pero en ninguno de los dos casos se había cumplido, por lo que la labor recayó en el obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, miembro de la segunda Audiencia. Él puso manos a la obra y pronto comenzó a recabar información al respecto.
Si bien es posible que una primera parte de su información la recibiera de españoles llegados a tierras novohispanas, en años anteriores a él, también se sabe que recurrió a informantes indígenas, a los cuales les pidió que le contaran sobre sus formas de gobierno o la división política existente.
El interés no terminó ahí y en 1533, el mismo Fuenleal, le pidió a fray Andrés de Olmos que estudiase las antigüedades mexicanas, es decir, las tradiciones, costumbres y creencias de los indígenas, en especial de los habitantes de Tenochtitlán, Texcoco y Tlaxcala. La elección de fray Andrés no fue fortuita, puesto que en su época él era reconocido como un destacado conocedor de las lenguas indígenas, pues hablaba no sólo el náhuatl, también conocía el otomí, el huasteco y el totonaco.
Su conocimiento de las lenguas indígenas lo hacían alguien ideal para realizar dicha investigación, pudiendo preguntar a los mismos indígenas sin necesidad de traductores. Para su labor utilizó un método similar al que años después utilizaría Sahagún.
Desafortunadamente su obra sobre las antigüedades mexicanas no llegó hasta nosotros, pero sí llegó hasta el presente su recopilación de preceptos o discursos morales indígenas antiguos, conocidos como Huehuetlatolli o su Arte de la lengua mexicana, la primera gramática del náhuatl.
En la misma línea que lo hecho por Fuenleal y de Olmos, se puede encontrar la labor de fray Toribio de Benavente, mejor conocido como Motolinía, quien escribió entre 1536 y 1541, un texto sobre la historia de Tlaxcala de la que desafortunadamente sólo se conocen algunos fragmentos. También se puede mencionar lo realizado por el religioso Jerónimo de Alcalá, quien se cree que fue el escritor de la Relación de Michoacán, en la cual se puede encontrar valiosa información sobre la vida de los purépechas antes de la conquista o lo realizado por algunos nobles indígenas, como Fernando de Alva Ixtlilxóchitl o Hernando de Alvarado Tezozómoc, quienes escribieron sendas obras sobre el pasado de sus pueblos.
Por último, se podría mencionar al dominico fray Diego Durán, quien en 1580, y siguiendo los pasos de todos los que hasta ahora se han mencionado, se propuso escribir el libro “Historia de las Indias de la Nueva España e Islas y Tierra de Fuego”, el cual compuso basándose en los códices antiguos que sobrevivían y los relatos que le contaron los ancianos sobre el mundo prehispánico durante su labor evangelizadora.
Sobre su labor, el Diccionario biográfico electrónico de la Real Academia de la Historia dice:
“…supo emplear las informaciones verbales que extrajo de indígenas ancianos y de personajes que intervinieron en la conquista. Asimismo, acudió a diferentes y variados relatos, tanto en lengua española como en náhuatl, que corrían de forma abundante en esos años, y entre ellos destacaban los códices, muchos de ellos celosamente guardados. Durán solicitaba los originales a los indios y, junto a ellos, interpretaba sus contenidos”.
Las obras de religiosos como fray Diego de Durán, fray Toribio Motolinía o fray Bernardino de Sahagún, se sumaron a las de otros autores que por su labor han sido llamados “cronistas de indias”. A continuación, observa el siguiente video para conocer más al respecto.
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Crónicas de las Indias. Documentos antiguos de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Como estudiaste al principio de la sesión, las motivaciones de quienes escribieron sobre el pasado prehispánico no siempre fueron el conservar la memoria sobre el pasado indígena, fue gracias a su importantísima labor que actualmente se puede conocer más acerca de las sociedades mesoamericanas, razón por la cual esos textos tienen un valor incalculable.
De todas ellas, la más importante por su tamaño y por la información que contiene, es la escrita por fray Bernardino de Sahagún. De hecho, en el año de 2015, la Unesco declaró la obra de este fraile franciscano como parte de la Memoria del Mundo.
El reto de hoy:
De manera similar a la forma de investigar de los cronistas y religiosos del siglo XVI, realiza una entrevista a tus familiares en la que les preguntes cómo han vivido la pandemia generada por el SARS-CoV-2; sin duda, su testimonio contribuirá a la memoria de este proceso histórico que nos ha tocado vivir.
¡Buen trabajo!
Gracias por tu esfuerzo.
Para saber más:
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